Lo esencial es, inevitablemente, invisible.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Feathers

Cerré los ojos y lo volví a sentir. La pequeña ondulación del aire, el runrún casi inaudible, las cosquillas, el baile de mi pelo... Y lloré. Lloré porque lo supe, lloré porque lo necesitaba. Mas un así, no quise abrir los ojos; no aún.

Primero lento. 
Después rápidamente, empecé a batirlas. Estaban entumecidas, dolían. Pero no cesé, incluso aumenté la velocidad. Y abrí los ojos. Grandes manchas verdes pasaban bajo mí, dejando espacio a diferentes tonos de marrón, y por último azul; un azul oscuro como la noche y tan denso como el alquitrán. Volaba; volaba por fin.

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