Lo esencial es, inevitablemente, invisible.

lunes, 3 de enero de 2011

Roca


Recorrí el pequeño tramo que separaba mi casa de la Roca.
Había recorrido últimamente ese tramo tantas veces que podía haberlo hecho con los ojos cerrados. Mas aun así, preferí que, como siempre, esa sensación de poder y calma fuese invadiendo mi cuerpo con forme empezaba a subir la cuesta, sorteaba los pequeños saltos e iniciaba el ligero ascenso hasta la Roca. Y allí estaba, donde siempre. Dejé el cuaderno de dibujo sobre ella y en silencio me acerqué al pequeño barranco que me separaba de la civilización. Esa sensación de grandeza se fue apoderando, una por una, de todas mis terminaciones nerviosas. La vista era ejemplar. La ciudad parecía empequeñecer desde allí. Me senté en la Roca y con un pequeño suspiro de satisfacción incliné mi cabeza hacia el cuaderno. Entré en ese mundo del que nunca me gusto salir y que con tanta facilidad siempre había entrado. Todo lo que pasaba por mi cabeza, era reflejado a través de un lápiz en la hoja en blanco que tenía frente a mí. Nunca supe cuanto tiempo estuve así. Cuando levanté la cabeza me di cuenta que ya solo quedaban escasos rayos del sol que antes había quemado mi piel. Era hora de volver.

-Grítale al mundo que me quieres
+Te quiero
-Pero... ¿por qué me lo dices al oído?
+Por que tu eres mi mundo