Lo esencial es, inevitablemente, invisible.

viernes, 31 de agosto de 2012

Moebius

Cada día, cada instante, una lucha continua. Una desesperada carrera hacia ningún lugar, porque tú sabes que no tiene fin. Corres para llegar la primera a algún sitio, para pasar una y otra vez por la salida, que es la meta del principio, salida del final. Temes bajar el ritmo de carrera por si algún maldito como tú, te adelanta en esa estúpida cinta que no conduce a nada y a lo mismo. Y si pudieses volar te irías, valientes alas te elevarían alto, empujadas por el huracanado viento de la angustia, de la opresión y de la falta de motivación, que día a día se ciernen a tu alrededor  y te impiden siquiera respirar. Claro que volarías. Tan alto y tan lejos, que solo llegarías a la misma maldita cinta en la que hoy giras. Volverías a hundirte entre su única cara y su único lateral, volverías a lo mismo. A intentar huir hasta que algo te retenga. A luchar por llegar la primera a esa meta continua, a ese horizonte infinito. ¿Pero quién tiene valor a frenar de golpe?¿a poner fin a esa absurda y alocada carrera?¿Quién es fuerte para sentarse en medio de la cinta y jurar que jamás volverás a pisar la cara de abajo, que jamás volverás a recorrer su lateral?¿Quién, quién sabe?¿Quién tiene el coraje suficiente para tomar la decisión? Y por eso corres. Porque solo tienes valor para eso, pues no eres fuerte para volar. Pequeño pájaro desalado, pequeña alma enjaulada. Corre, corre más. Vuelve a pasar por esa meta inicial y esa salida final. Recorre su cara, recorre su lateral. Corre, corre hasta el final.

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